jueves, 30 de octubre de 2008

Los profesores de (la) vida

Desde siempre admiré a la gente que tiene la capacidad de dar consejos sin miedo... a esos profesores de vida que parecen creer que su experiencia, sapiencia, moralidad y creencias son tan acertadas e inexorables como para que la humanidad deba escucharlas cada vez que quieren expresarlas... “si yo fuera vos, lo que haría es”... a esas maravillosas criaturas que pisotean la libertad del otro al punto de ofenderse si los semejantes sienten, viven o actúan en base a principios por ellos no comprendidos y/o compartidos... “yo en tu lugar no dejaría de”... a esos maquiavélicos sujetos que intentan hacer prevalecer a toda costa sus apreciaciones, incluso sabiendo que el otro es un ser individual y diferente... “yo que vos agarraría y”... a quienes están tan seguros de lo que piensan como para realizar juicios de valor sobre la vida ajena sin sentir ningún tipo de remordimiento o reparo al hacerlo... en síntesis... a los que dan lecciones de vida en lugar de escuchar y aconsejar en base a lo expresado por el otro, reconociéndolo como un ser distinto...
No es joda, los admiro... quien tuviera las cosas tan claras como ellos... además, me encanta que lo hagan... es una sensación increíble ver que dediquen parte de su tiempo a preocuparse por mis problemas... por más pequeños que estos sean... es realmente gratificante... me hace sentir querido y aceptado por el momento que gastan en intentar ayudarme... o, en realidad, en intentar hacerme acólito de la Santa Iglesia del Haceme Caso que Sé lo qué es Mejor para Vos...
Pero, por otro lado, no puedo dejar de preocuparme por el escaso nivel de empatía que parecen generar las diferencias humanas sobre su discurso... todo parece tener que adaptarse a lo que ellos opinan... independientemente del problema, la solución ya está dada de antemano y debe ser aplicada sin dudas ni dilaciones... en caso contrario, el juicio, la ridiculización, el escarnio, la miseria y la falsa preocupación parecen estar a la orden del día...
Por lo tanto, no puedo dejar de sentir un poco de angustia al escucharlos... la misma angustia sentida por ese olvidado gran pensador nacional, el Felipe de Quino... a fin de cuentas, hay algo que nunca termino de descular al oírlos hablar... y por desgracia, a la hora de la verdad, es lo más importante de todo... qué debo hacer “yo que yo, en mi lugar, si yo fuera yo...”
¿Me equivoco? Bueno, puede ser... ¿qué me recomiendan?