jueves, 16 de junio de 2011

Recordando el viejo cuartel general de la avenida Callao

Una de las ventajas de irme poniendo viejo es que me voy animando a hablar con mayor soltura y menos miedo a cada día que pasa... disimulando menos mis sentimientos, sin importarme demasiado lo que opine la gente... y sin esperar tampoco respuesta del interlocutor, digo lo que siento y si no es retribuido pues mala suerte... es que prefiero ser sincero con quienes quiero o quise a vivir en un mundo de miedo, estática y dicotomías afectivas... y algo así es lo que me movilizará hoy, ya que desde hace días tengo un, extrañísimo en mí, ataque de nostalgia... casi diría de melancolía, aunque no en sentido psicoanalítico sino más bien de maraca llorón...
Es que me acordé de uno de los lugares que marcó mi vida de verdad, para siempre: el Dinky’s (o Dinki’s, en realidad no me acuerdo cómo se escribía)... y no tanto por el lugar en sí, que era un esperpento horripilante de gilada rápida al mejor estilo Johnny que nada tiene que envidiar a cualquier inmundicia de baratez importada de la CaBaires... sino más bien por la bella, y no tan bella, gente que allí habitaba y conocí... gentes varias de muy diversa calaña mas todos interesantes en algún sentido... y yo, sin importancia ni valor alguno debido al egoísmo que me impedía entregar nada salvo en cuenta gotas, orgulloso de haber formado parte de esa fauna intrascendente para el mundo pero llena de barrilete cósmico... es que mirados en particular nadie parecía haber nacido para cambiar el futuro ni para ser candidato al nobel de astromúsica, pero bien observado el general del asunto... ufff... la complementariedad creadora de trotamundos disímiles llegaba a niveles envidiables... era multiplicación pura en sentido del más figurado... sin demasiado arraigo en la realidad, es cierto, pero de esas que no hubiera dejado de vivir por nada del mundo...
Y ya me estoy poniendo melancólico de verdad, me cago en mi puta memoria... porque el problema es ese, gente, mi puta memoria... esa mierda cerebral que, neurótica como es, no me deja olvidar a nadie ni deseándolo... ojalá no tuviera tan buena memoria, así podría utilizar esa sinapsis no empastada en aprender a tocar el banjo... pero no, la memoria me obliga de cuando en cuando a recordar... y cuando es como hoy, que recuerdo gente que quise y quiero mucho, se torna melancolía... porque otro de mis innumerables defectos es que el amor no muere nunca... si te quise, te quiero y querré para siempre... no te olvido ni aunque no sepas quién mierda soy...
Pero ya me estoy aburriendo hasta a mí, así que pasemos al asunto...
El lugar en cuestión era una grasada comercial con más plástico que Ricardo Fort, hecho que lo vuelve poco interesante de describir... pero la mentada fauna, ya es otra historia.
Abierto 24/365, el bolichito en cuestión propiciaba ser punto de encuentro neurálgico para las existencias que de él hacíamos nuestro cuartel central de posesión... fuera día, fuera noche, fuera invierno o verano, lloviera o ganase Boca, feriado o paro general, uno pasaba por ahí en busca de compañía y siempre encontraba algún parroquiano conocido con el que tomarse un té con scones... y hasta unas birras prejuerga (o post en muchos casos)... o si era tirar unos dados o unos magic la idea, también se podía contar con la salvadora mesa de turno... o hablar de cine y poesía con algún bohemio en desgracia... hasta funcaba como sitio de paso entre tugurios y bolichones...
No es que el lugar fuera nuestro tampoco, no no no, se llenaba de gente desconocida... pero igual había tres grupos estables que hacían las delicias de grandes y no tan grandes...
El primero, mi grupo por pertenencia, era el de los jóvenes roleros y magiqueros... una troupe de desquiciados adorables que nos juntamos durante años en aquel sitio porque era el único lugar público que nos dejaba jugar tranquilos sin prohibírnoslo debido a la ley de apuestas... que con el tiempo fue sumando gente cercana sin necesidad de ludopatía presente...
El segundo, mi grupo por derecho, era el que amalgamaba papá Alejandro... la cosa más desquiciada de la que haya formado parte, ejército diverso si los hay... rango etario bien extenso, sexualidades varias bien difusas y ambiguas, intereses de todo tipo, androginia, nivel intelectual que daba para aprender cada noche, peleas infaltables, endogamia y demases por el estilo... una clase abierta de antropología para quien nos viera...
El tercero, mi grupo por intromisión, era el de Galopante... bastante similar al anterior pero del que mi gran amigo cuasi-oriental y yo sólo éramos outsiders aceptados pero sin ser miembros estables...
Y como venía diciendo, formé parte de todas esas maravillosas vivencias y me nutrí de ellas todo lo que pude... haciendo de ese reducto de consumismo sin sentido un lugar imborrable en mi ser...
Allí fue también que conocí a “la chica del bar”, el gran amor platónico de mi vida... la mujer perfecta... la imperecedera madre de mis hijos y musa inspiradora de infinidad de textos... a quien por amor eterno y cobardía póstuma no me animé a seguir hasta que ya era demasiado tarde... y si no fuera porque Romero y Maxi no me insistían, no hubiera seguido nunca... ya les contaré algún día sobre ella, por ahora dejémoslo en que por no encontrarla me gané la hermosa posibilidad de soñar toda mi vida con la relación perfecta pero sin arruinarla con el común cotidiano de pareja, como seguramente hubiera pasado...
Y con ese botón como frutilla del asado, el Dinky’s y su gente retornan a mi memoria a generarme un ataque brutazo de melancolía... de amor de niño viejo que recuerda sus épocas de tropelía adolescente con el cariño que se merecen pero sabiendo que son irrecuperables... ya no por la vejez, ya no por los 12 años pasados... ya no por la distancia, ni tampoco por vergüenza... sino más bien porque la mayoría de esa gente casi seguro que no tiene el más mínimo interés en mi persona y lo que ella implica... a pulmón me gané ser olvidado, enterrado, rechazado y apartado de la vida de todos ellos; incluso de la de los más queridos...
Es que yo en esa época era un zurdito pusilánime bastante pedante y pagado de mí mismo que se la creía demasiado despreciando a casi todo el mundo y ninguneando soberbiamente a muchos pero incapacitado para demostrar afecto y respeto real en la mayoría de los casos aún si lo sintiera (cualquier similitud con la actualidad, por favor se la guardan, dale?)... así que comprendo que gran parte de ellos no me recuerde, o lo haga con poco cariño... me lo busqué solito...
Joder, que pedazo de cagada recordar ese lugar, sólo viene a certificar la cantidad de sitios de los que huí cobarde por miedo a ser parte de algo, y la lista es larga... la Echeverría, Mini, la 26, el Pelle en general y los Gulas en particular, el Dinky’s, el birratour, Ingeniería, Económicas, la pensión de Avenida de Mayo, la Sarmiento, Calibán, Timbre, Tato’s, San Juan, Monte, Tigre, los Bellio, los Silva, los Sevilla, partidos y agrupaciones varias, y siguen las firmas... me pregunto si algún día dejaré de escapar y me animaré a pertenecer de una buena vez... o seguiré toda mi existencia vagabundo interesante pero nunca parte, renunciando a los vínculos antes de que se conformen y afirmen para luego, muchos años después, recordar con cariño a la gente y preguntar qué hubiera pasado si...
Pero bueno, que soy un gil ya lo saben, así que la cosa puntual es simple... me pregunto desde hace días... qué será de la vida de todos ellos???
De Edgar, mi gemelo y amigo entrañable si los tuve, con quien compartí tantos momentos intensamente duros como para habernos alejado sin saber muy bien por qué...
De Alejandro, demasiado heterosexual para ser tan gay, con quien no me alcanzarían 4 vidas para terminar de entender la relación de profundo amor destructivo que nos teníamos...
De Raúl, mi primer gran amigo de esos andurriales, quien me terminó haciendo la cruz por no poder entender que no era falta de afecto lo mío sino absoluta falta de orden o rumbo por esos tiempos...
De Maxi, siempre en la línea que separaba la traición de la amistad más pura y sincera, a quien dejé en el camino por fidelidad fraternal al único hermano que tuve en mi vida...
Del Chile, más querible y tierno incluso que la cruza entre un peluche y el muñequito de Bimbo, con quien fui más injusto que con nadie pero aun así intentó ser amigo y estar para mí...
De Ramiro y Sebastián, dos locuras bien distintas pero harto complementarias, a quienes un monumento de oro macizo de 7 metros seguiría sin hacerles el más mínimo honor...
De Ivana, tan maravillosa que hace imposible describirla en palabras, a quien adoraré siempre por ser la única de allí que veía a través mío sin creerse mis estupideces, permitiéndome ser sincero...
De Feli, único punkie tirapiedras pero enigmático que debe haber en el mundo, a quien nunca le di el lugar que merecía a pesar de ser un tipazo poseedor de una buena vibra descomunal...
De Andy, la única ahí que debía sentir cariño sincero por mí, a quien nunca me pude acercar y hacerla amiga de verdad por no entrometerme entre varios muchos en discordia...
De Cristiano y el Peque, mis primos extramatrimoniales, con quienes nunca entenderé qué fue lo que nos distanció en forma tan drástica como para volverse insalvable en tan poco tiempo...
De Chalito, una de las pocas personas realmente invaluables que he conocido, de quien guardo tantos pequeños gratos recuerdos que me rompería el corazón confirmar que ni sabe quién soy...
De Eugenia, la más cruel y perversa mujer que haya pasado por mi vida, a quien le debo más de lo que estoy dispuesto a asumir en este texto, así que sin fonemas de sobra...
De Duka, a quien aunque no me crea llegué realmente a querer y respetar mucho, y sus eternos “contar hasta 20 faltas” para no romperme la cabeza a martillazos como seguramente me ganaba...
De Martín y Laurita, una de las parejas más disfuncionalmente perfectas que vi, a quienes nunca pude querer del todo por ser excesivamente yo en esa época...
De Nico, y su increíble energía superadora y creciente, quien me encaró más veces que nadie en toda mi vida para preguntarme por qué solía tener tan mala onda y ser tan asqueroso...
De Fenrir y Martina, el gigoló y la mujer naranja - el trotamundos y la mariposa cósmica - dos seres casi perfectos, demasiado enamorado de ambos como para animarme a ofrecerles un trío...
De Thor, tan interesante y magnético como desagradable y soberbio, con quien compartí tantas charlas profundas que no puedo creer no haber sabido nunca si nos queríamos o no...
De Rocío, tan abrazable como insultable, a quien siempre le agradeceré esa noche en la que estuvo y me dejó estar, charlando horas, incluso sabiendo que me costó todo lo caro que podía costarme...
De Esteban y Lao, derrochando buena onda e infantilidad, con quienes nunca pude relacionarme desde que coqueteaban con todos pero no se definían por nadie...
De Sergio, poseedor de un miserable corazón de oro, una de las pocas personas a las que permití en mi vida guiarme y darme consejo en temas como literatura, cine o la vida misma...
De Susana, la primera mujer madura que pasó por mi vida, a quien le debo el forzarme a entrar al mundo de la poesía y el encanto en mi época más ataviada por el punk y Bukowski...
De Galopante, y su dudosa procedencia que lo hacía merecedor de ese apodo, a quien no llegué a conocer en lo más mínimo pero con quien tomé más de una birra interesante...
De Pablito, Nacho, Mocho, Dani, Cami, Azra y su hermosa novia, Mati, Anita, Marisa, Ron, Natalia, Lu, Clau, Dam, Roxana, el fumigador y tantos otros a los que pido perdón por no recordar, a quienes por acojonada inhibición, estúpida soberbia, vergüenza o quién sabe qué mierda, nunca me di la posibilidad de conocer...
El común denominador con todos ellos es el mismo, de todos me alejé yo solito por responsabilidad pura y exclusivamente mía, sin que nadie me eche... con algunos me unía una relación de amor-odio intensísima, cosa demasiado común en mí... con otros era amistad de la más pura y sincera que pasó por mi vida... con otros era adoración mutua sin más explicación que esa... con otros era mera pertenencia común pero con intentos y ganas de estar... con otros era sólo soportarnos... pero a todos los recuerdo y extraño incluso sabiendo que salvo 3 o 4 de ellos, el resto ni sabe que existo o prefiere no acordarse o simplemente no le interesa mi existencia... y la melancolía me atrapa pero el tiempo ya pasó y no se puede volver atrás... siempre un idiota que huye en lugar de dejarme querer... y la melancolía no me deja hablarles por miedo a que no me recuerden o no quieran recordarme... o peor, que lo hagan como era en aquella época sin que medie la cruda realidad de lo marrano antisocial que yo podía llegar a ser pero que no por eso no los respetara o quisiera sincero... y la melancolía me termina de alejar incluso cuando alguno se mostró interesado en el pasado... pero nada, sigo pecando de “Seví” en determinados ámbitos, y por más que haga esfuerzos para ser mejor no me termina de salir... y me transformo en el marrano inhibido, antisocial, vergonzoso, pedante y pendenciero que ellos solían conocer, aunque ya no lo sea, confirmando a cada letra, palabra, sonido o acto que bien hicieron en sepultarme en el retrete de la memoria u olvidarme por completo... y la melancolía me condena por propia voluntad a perecer toda la eternidad en los viejos Acantilados de la Soberbia, a los que sabiamente me lleva tan seguido mi eterna amiga Birutia... para ir acostumbrándome, vio...
Lástima, porque lastima de verdad no poder acercarme... ojala algún día puedan perdonarme por haber sido tan “Seví”, o por lo menos pueda perdonarme yo... y siguen las firmas y las líneas en mi interminable lista blanca de gente a la que quise pero de la que huí... a la que no podré volver nunca porque ya me encargué de tapiar las puertas que me habían abierto sin que lo pida... y el puto de Spielberg que me prometió un DeLorean mágico que nunca llega a reparar mi pasado y el Doc sólo era una mentira como los pingüinos boxeadores de Hall’s...
Lástima, algunos valían la pena mucho más de lo que lo valgo yo, pero bue... “lo hecho, hecho está” decía un patético asustadizo que temía recuperar su propio destino, y plegarme a esa postura no es recomendable pero si muy cómodo... más después de tantos años... así que sólo me queda brindar por ellos y pedir, como tantas otras veces, que la ginebra derramada vuelva a borrar mi memoria y los renueve eternos recuerdos hermosos en lugar de pasado vinculante que duele no recuperar... y sé lo que me dirían, “con cerveza hay que brindar” por la gente que se quiere y ya no está... ya sea por birratour, ya sea por amistad... y por eso, por clamor popular y por volverlos recuerdos nebulosos para no extrañarlos como lo hago, brindo por ellos con un largo vaso de ginebra...