miércoles, 12 de noviembre de 2008

Rodion y la niña from Kansas

¿Qué pasaría si Rodion Raskolnikov (del Crimen y castigo de Dostoievski) y Dorothy Gale (de El maravilloso mago de Oz de Baum) se encontraran luego de 20 años de no verse para revivir su amor de juventud? Supongan que fueron novios a los 12-13 años y se buscan ya pasados los 30, con casi 35... ¿cómo creen que sería? Bueno... aquí les va mi modesta versión, algo tendenciosa...

Niño bello pero idiota, adulto cansado y viejo
Que en su gran pedantería presume de arrepentido
En amigos y en amantes busca quién, desesperado
Pueda ver algo valioso en su corazón partido

Defectuosa mas perfecta, vergonzosa cortesana
Con disfraces rocinantes, a ser libre ha decidido
Impúdico desenfado, los ojos llenos de aire
Ojos tristes, ojos glaucos, verde uva, verde vivo

Dos niños enamorados, separados por el tiempo
Reencontrados en el éter, internáutico bandido
La distancia, los deseos, el viejo cariño intacto
Se descubren como adultos con recuerdo compartido

Hoy, luego de veinte años, se encuentran embelezados
Con abrazos y miradas de pasado redimido
Con besos y con caricias de dos amantes perfectos
Se entregan pero esquivando los flechazos del Cupido

Mar de estrellas, sol y luna, arrebatado y perenne
Vendaval de sentimientos, de amor puro y olvido
De recuerdos enterrados en el alma putrefacta
Intentando recordarles que alguna vez han vivido

Cual nene que se avergüenza, como el anciano entregado
Comprende que alguna vez, ya la tuvo y la ha perdido
Herencias de juventud y presente impredecible
Segunda oportunidad, el error ya fue aprendido

No la ama mas la adora, le ruega, la necesita
Es la única que puede a su espíritu cautivo
Devolverle la alegría, renovarle la locura
Como a la inmensa pradera la frescura del rocío

Las fallas de la neurosis, las ansias de soledad
Ponen trabas al presente, al futuro incomprendido
Él le teme y la protege, ella llora y lo abandona
La calandria ya no canta, la paloma vuelve al nido

Oz reclama su presencia, separándolos de nuevo
Ella marcha, él se queda, pletórico, empedemido
Sueños propios, el letargo, se interponen entre ellos
Se extrañan y sin embargo, sólo puede ser su amigo

El final profetizable, de un vate torturador
Los miedos, la libertad, el cariño interrumpido
Por qué no modificarlo, escupiéndolo al destino
Ella marcha, él la acompaña, el amor ha renacido