lunes, 16 de marzo de 2009

La culpa no es del chancho sino de la triquinosis

Una de las maravillas del inglés es que, a su pesar, nos enseña que ser y estar son dos cosas diferentes... bien diferentes en realidad, por más que los anglo-sujetos quieran hacernos creer que son la misma cosa. Ya lo decía mi buen amigo Mox Trónicon:
“Si ser y estar se presentan como diferencias del placer intelectual pero se nos confunden en el obrar cotidiano terminamos siendo, o estando, en un mar cosificado de nubarrones impredecibles. Es decir, igualar el ser con el estar nos lleva a convertir a las personas en cosas, a los objetos en utilería, a los seres queridos en extras, a la memoria en entorno y al presente en asado al horno con papas... todas cosas inmóviles. Y como, salvo en alguna práctica sexual interesante, lo cosificado se olvida y/o deja de lado, antes que trocar sentidos y vivir sinónimos que no lo son prefiero comprar un potus y regarlo por las mañanas.”
Gran enseñanza la del querido Mox, ya que nos ilustra la tremenda diferencia entre lo móvil y lo inmóvil; lo lógico y lo ilógico; lo profundo y lo vacuo; lo vivo y lo muerto; lo complejo y lo simple; y, por qué no decirlo, lo interesante y lo culinario. El no ver dichas diferencias es una de las principales causas del por qué existen personas en el mundo que operan en forma grandilocuente, terca y estática en lugar de reflexionar acerca de la diferencia entre el sentirse y saberse algo. O sea, al confundir el sentimiento dinámico del “estar” con el creerse nacidos para “ser”, el ser humano opera en función de designios natalicios en lugar de charlarlo con su masajista. Y nadie más que los aberdeen-sajones para representar tan claramente el accionar descripto; volvamos a recurrir a los saberes de Mox Trónicon para aleccionar este punto:
“Los norteamericanos del medio, merced de su incompleto lenguaje que confunde el ser con el estar en un sólo vocablo, han caído desde hace décadas en el mismo error cometido siglos atrás por sus padres ingleses. Lo trágico es que la confusión sobre si son o están no les vino en temas como la locura, la inteligencia o la impotencia sexual sino que justo les agarró por confundirse en un tema que involucra al mundo entero: la guerra; y cuando uno se cree que ES guerra, en lugar de sólo ESTAR en guerra, comienza a operar en consecuencia. He aquí la causa primigenia del por qué un habano, tres gomeras, un plato de arroz, unos cuantos turbantes locos, unas gotas de petróleo, una botella de 500 cc de Villavicencio o un nicaragüense pueden considerarse amenazas terribles al mundo libre, a la paz social, a la fraternidad planetaria o al capitalismo anglosajón contemporáneo... tanto los ingleses como los norteamericanos del medio terminaron creyéndose guerra y, por ende, siendo guerra.”
Si nuestro Pope Trónicon tuviera razón, cosa que el Pedante Arrepentido no puede afirmar en su total cobardía, el culpable sería encontrado... los ingleses de antaño y los estadounidenses de hoy no son, tal como enunciaran tantos autores a lo largo de la historia, sucios invasores imperialistas que quieren robar recursos naturales con el fin de extender sus garras sobre la humanidad sino que solamente son pobres hombres que obran sin ninguna mala intención pero presas, sin saberlo, de un fonema doloso e incorrecto emanado de su incompleto lenguaje.
Pero como la abuela salió a patear calefones de noche y se olvidó de llevar las pastillas anticonceptivas, el quilombo madre viene al elevar al cuadrado la confusión emanada de la problemática expuesta. Cuando el germen de discordia confusa se extiende por el planeta, bajo la forma de “lengua internacionalmente aceptada”, la incompletitud lingüística puede llegar a hacer estragos sobre las comunidades no avezadas en reconocer y asimilar errores dialécticos, tal como la introducción de un sapo en Australia (por parte de Bart Simpson) dio lugar al fin de sus cosechas de maíz y trigo en 1995. Justamente es una historia verídica del buen Mox Trónicon la que nos puede demostrar lo afirmado:
“Una vez fui con la patrona y los chicos a visitar al tío Boris en Moldavia, luego de la caída de la pared murásica que separaba el mundo libre, autoritario y facho de Europa oriental del mundo libre, sin libertad de expresión y fascista de Europa occidental. En dicho viaje, un hermano latinoamericano (sudaca para hacerlo bilingüe, ya que hay españoles que leen este blog) no había conseguido un diccionario español-moldavo y se mandó la cagada de comprar dos diccionarios para su travesía... uno español-inglés y otro inglés-moldavo. En la frontera, al intentar traducirle a los tranquilos y tolerantes gendarmes post-stalinistas que el ESTABA en Moldavia terminó, sin quererlo, diciendo que ERA moldavo. Haciendo el cuento corto... el peruano fue condenado a 948 años de reclusión por intentar traspasar ilegalmente la frontera haciendo uso de nacionalidad falsa y aun está bajo un régimen de trabajos forzados en la más selecta de las cárceles socialistas del país en cuestión. Unos grosos los johnny’s y su dialecto de morondanga.”
Como para muestra basta un botón (cagándonos en Hegel y en sus implicancias partículo-generales), se puede sacar conclusiones más que interesantes de la travesía del tipo Mox. El mundo no está preparado para responder correctamente a las falencias emanadas de dialogar en inglés y sus habitantes no aberdeen-sujetos carecen de las herramientas adecuadas para manejarlo con la soltura y el entusiasmo que su incoherencia incompleta necesita; y es esta la causa primigenia que explica el por qué las naciones anglo-sajonas son las que dominan el planeta hace más de 400 años. Volvamos a llamar al sujeto Mox Trónicon:
“No importa que los franceses tengan encanto, los alemanes pragmatismo, los italianos a la mafia, los españoles su tenaz terquedad, los japoneses su tecnología, los chinos e indios su numerosidad, los brasileños siempre lo más grande, y los argentinos a Maradona, la birome, el bondi y el dulce de leche... los ingleses y los norteamericanos del medio dominaron el mundo, aunque sin enterarse de que esa era la causa real, únicamente porque poseen un idioma de carácter menor, especulativo y vago.”
Tan claro lo expresa Mox que ni hay que explicarlo. Pero, por otro lado, no se los puede acusar de ser los culpables de la situación actual del mundo dado que ellos no están, ni son, enterados del problema... y tampoco se puede responsabilizar, aunque se haya supuesto así con anterioridad, al verbo dual en cuestión ya que “no son las armas las que matan a las personas sino que son las mismas personas”. Y menos aun podría pensarse en tomar por inculpados a los pobres pueblos del mundo no preparados para comprender y hacer propia la confusión emanada de igualar el ser con el estar. Pasando en limpio, ni el idioma inglés, ni las naciones que lo hablan, ni las naciones que no lo hablan tienen la culpa de nada...
¿Entonces no hay culpable? ¿El mundo está así por obra del azar o la mala suerte? Pues no mis queridos mozalbetes... el culpable es bien claro. A fin de cuentas, quiénes se benefician con la exprofesa complejidad mundial emanada de la dualidad verbo-lingüística enunciada... quiénes sacan rédito de la menor claridad que el lenguaje pareciera tener luego del principio descripto... quiénes necesitan de la existencia de pánico planetario para extender sus garras sobre las mentes incapacitadas para descubrirlo... quiénes se aprovechan de la personificación del miedo en un enemigo paranoiqueante en lugar de en una lengua abstracta... quiénes dependen para vivir de la confusión, el caos y la miseria humana... quiénes cobran cuantiosas sumas de dinero durante años en base a juegos de palabras, dicotomías del idioma y/o fantasmas no existentes pero mantenidos artificialmente...
Si mis amados amigos, todos sabemos quienes son los verdaderos culpables de que el mundo esté como está, sacando ventaja de situaciones como la que venimos relatando... pero llamemos por última vez al buen Mox Trónicon para que lo enuncie con una de sus maravillosas expresiones:
“Al final mi viejo tenía razón cuando decía que la culpa de que el mundo vaya para atrás la tienen los psicoanalistas... soy cansado de que los muy vivos nos fajen largos tratamientos y estoy uno de los pobres tipos adictos a la terapia... la verdad, la verdad... me cago en Lacán y sus seguidores.”