lunes, 1 de diciembre de 2008

Si hubiera que elegir... mejor mal acompañado que completamente solo

Seis horas y cincuenta y dos minutos
pasadas las medianoches
en los Acantilados de la Soberbia,
la mejor hora para alegrarse de estar triste.
Los pedantes se arrepienten de su condición
mas no se redimen,
disfrutan de cargar su piedra de castigo
mientras hordas de silfos danzan
al son de aires huracanados.
De la agonía a la miseria manicótica,
los pedantes se pasean de la sala al living
en los Acantilados de la Soberbia...
sacándose pelusas de su adorado pupo
mientras se miran maravillados en su espejo mágico:
“espejito, espejito.............”,
“.........tu amo” se responden a sí mismos.
Comienzan el día sin haber acabado el anterior,
los pedantes en los Acantilados de la Soberbia...
no duermen que ya desperezan,
viviendo una vigilia de sueño atrasado;
miedo a dormir, pánico a la locura de soñar,
de despertar 15 años después
en la cama de un nosocomio público con
esquizofrenia diagnosticada
por el hada de los dientes.
Sueñilia de pedantes orgullosos,
aun convencidos de su impronta respetable
motivada por su magnetismo animalesco.
Futuro trágico el del león herbívoro,
viejo y agotado pero regalando consejos
que nadie quiere oír;
su voz le gusta más que la ajena, la oye embelesado...
se oye masturbatoriamente como sabiéndolo todo,
creyéndose grandilocuentemente locuaz pero
condenado al Infierno por su soberbia,
a pasar una eternidad en los Acantilados de la ídem.
Futuro trágico el del león herbívoro
dejado por la propia manada;
extraña su otrora autoridad ciudadana,
su autoritaria forma de expresarse
prepotente y sinuosa.
Sufre a su pesar la falta de respeto que siente...
“ingratos, justo a mí que los protegí y ayudé”
dirá a diestra y siniestra
buscando alguien que lo escuche,
alguien que lo abrace,
...guien que lo perdone,
...ien que lo quiera,
...n que lo mate al menos para no estar solo.
Le duele su soledad,
le pesa en las rodillas encorvándolo
cual oxidado mecano rechazado por el tiempo.
Cae rendido, hincado ante el horizonte
nunca antes contemplado;
en su gran orgullo de falso sapiente,
el horizonte sólo era una línea imaginaria
más allá de su ombligo ya vaciado de pelusas.
“No me abandones, Señor” grita besando el suelo
humillando su propia carcasa soberbia,
“no soporto la soledad,
necesito tu compañía, alguna compañía, alguna.
Me creí omnipotente y me descubro abandonado,
mas comprendí la verdad...
el Mundo es un lugar hermoso,
demasiado bello para un macho solitario”
.
Y el amigo personal de mi amigo personal
(si G, están hablando de vos, sonreí para la foto),
no se hizo esperar...
“No comprendas tus palabras,
misantrópico arrepentido,
pero escucha lo que dices”

dijo el Eterno aterradoramente,
“lloras abatimiento y mientes soledad,
injurias a tu prójimo pero nunca lo has amado.
Has pedido su respeto, has cantado las cuarenta...
reclamaste de su afecto lujuriando al semejante.
Pero nunca en tu vida has querido ser querido
o has dejado que te quieran;
sólo te apartaste autistamente tomando
el camino de ser odiado, el más fácil por cierto,
despreciando el afecto emanado de los otros
y convenciéndote de que no lo merecías...
reemplazando con orgullo el cariño nunca visto.
¿Has comprendido? mi querido...
oh, Pedante Arrepentido”

Burlas sistemáticas de la panicosidad
las sufridas por el alma solitaria,
y más si se escuda en eterna egolatría.
Bienaventurados los narcisos,
pues de ellos será el reino de la oscuridad y la dejadez.
Zancadillas del sujeto desinencial,
jugándole bromas al consciente y
lacaniando el súper yo fóbico...
el más perverso de todos los súperamigos freudianos.

Al Infierno fue a parar el pedante acometido
mas el mensaje fue claro, escuchado y aprendido:
no bastaba con ganarlo, no bastaba con quererlo,
no bastaba con soñarlo, ni tampoco merecerlo,
ni siquiera con el dar sin salir favorecido,
ni jugarse por el otro ayudando sin sentido,
no bastaba con pedirlo, no bastaba con amar,
no bastaba con ser bueno, tomar la leche y votar,
ni lavarse las orejas, ni con ser un buen amigo,
escuchar, llorar, gritar, ni con ser arrepentido...
falta algo en la receta y nunca lo llegó a ver,
lo único que hacía falta, era dejarse querer.............